domingo, abril 10, 2011

Ayer soñé y pensé esto

Hoy es uno de esos días en los que necesito un abrazo. Me es difícil aún entender y asimilar su partida. No puedo evitar pensar en los momentos en los que no actué correctamente y me pone de malas saber que, a la hora de ponerlas en una balanza, éstas recaen por muchísimo más peso.
Seré sincera: encontrar una buena acción tiene a sus espaldas una obligación, un mandato, un acto por nada más que compromiso.
Última acción: despedida con un beso en la frente; como si por más sincero que fuera el acto, borrara toda la carga negativa que tiene la balanza. Como si pedirle perdón a oídos sordos y a un cuerpo sin alma hiciera la diferencia. Consciente estoy de que era un deber cuando aún se podía, ahora solamente es un pobre método de liberar culpa. Como si en mí hiciera efecto, como si yo pudiera mediocremente decir: "me está oyendo". En otro caso serviría, y sé que a muchos les está sirviendo.

Mi mente aún no entiende que ya no está ahí. Sufre de ratos de lucidez en los que comprende la totalidad del problema, más no le basta y se cierra a creer que eso es simplemente imposible. Porque recuerdos abundan pero la realidad está vedada.

En 3 semanas aprendí a filtrar la palabra muerte y a sustituirla por un "se ha ido". ¿Adonde se ha ido? Puede haberse ido de viaje, puede haberse ido a cualquier parte, y claramente veo como se desarrolla la negación. No es mi cerebro bloqueando la información, soy yo bloqueando la realidad. Padezco gravemente de ese problema y no me es extraño identificarlo en otro caso de mi vida cotidiana. El próximo paso es auto convencerme de que no lo hice bien, pero lo haría bien si pudiera. Aunque en estos momentos no exista la segunda oportunidad.

La vida es extraña, unos se van sin saber su destino y otros nos quedamos aquí sabiendo que realmente no sucede nada.

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